domingo, 31 de enero de 2010

arco de medio punto

El arco de medio punto, en arquitectura, es el arco que tiene la forma de un semicírculo. Es el elemento principal de la arquitectura abovedada. Antiguamente solía estar conformado por dovelas de adobe, ladrillo o piedra.

Comenzó a emplearse en Mesopotamia (Arquitectura caldea) en el tercer milenio a. C. Su uso pasó a la Arquitectura etrusca, y de ésta a la Arquitectura romana, que lo difundió por las regiones del Mediterráneo. Es característico del arte romano y de todos estilos que derivaron de él, como la Arquitectura románica, la Arquitectura renacentista y la Arquitectura barroca.

La planta típica de una iglesia románica es la basilical latina con tres o cuatro naves y crucero de brazos salientes. En el testero o cabecera, que siempre mira a oriente, se hallan tres o cinco ábsides semicirculares de frente o formando corona, llevando cada uno de ellos tres ventanas en su muro. Y en los pies o entrada del templo se alza un pórtico o nártex flanqueado por dos torres cuadradas. Pero así como las iglesias rurales o menores sólo constan de una sencilla nave y un ábside sin crucero saliente y sin torres junto a la portada, así las mayores sobre todo, las de grandes monasterios o los santuarios visitados por numerosas peregrinaciones suelen ofrecer muy amplio el transepto y crucero, como también tienen prolongadas las naves laterales en torno a la capilla mayor constituyendo la girola o nave semicircular que da paso a diferentes capillas absidiales, abiertas en torno de ella a modo de corona. Algunas iglesias tienen los brazos del crucero convertidos en sendos ábsides que con el central forman una especie de gran trifolio. Las iglesias de templarios y de otras órdenes caballerescas afines se hallan, por lo común, sobre planta poligonal o circular y son de escasas dimensiones. Asimismo, existen pequeños oratorios de planta circular que fueron capillas funerarias o que estuvieron unidas a fortificaciones como oratorios militares y no faltan otras que siguiendo el estilo o inspiración bizantina se disponen a modo de cruz griega y de cuadrifolio.

Los soportes característicos de un edificio románico son el pilar compuesto y el estribo o contrafuerte adherido exteriormente al muro. Los contrafuertes tienen por objeto reforzar los muros y servir a la vez de estribo o contrarresto a los arcos y bóvedas (servicio que también prestan los pilares compuestos): son visibles al exterior, lisos y de forma prismática. Pero cuando se adhieren a los ábsides aparecen frecuentemente a modo de columnas que sostienen el alero. Los muros están formados de sillarejo o de sillares desiguales con poca regularidad en las hiladas.

Los arcos de construcción se apoyan inmediatamente sobre el referido ábaco y son de medio punto o peraltados y casi siempre dobles o triples, es decir, que cada uno de ellos consta de dos o tres semianillos adheridos uno debajo de otro siendo más ancho el de encima. Cuando se adorna con molduras propiamente dichas, se denuncia la segunda época del estilo y se presentan ellas en forma de un baquetón grueso, bordeando la esquina del arco. Propio asimismo de la segunda época (siglo XII) es el arco apuntado, también llamado ojival, que a veces se halla en edificios románicos como medio constructivo para disminuir el empuje lateral (sin que por esto sea indicio de estilo gótico si falta la bóveda de crucería) y nunca como ornamento. Se hallan, no obstante, en algunos edificios románicos, influidos por la arquitectura arábiga, arcos lobulados y entrelazados, ya ornamentales, ya constructivos. Pero estos últimos sólo en arcadas de claustros o en obras equivalentes.

Origen y desarrollo del romanico

Este estilo es el resultado de la integración de fórmulas constructivas y estéticas de diversa procedencia: romana, prerrománica, bizantina, germánica y árabe, hasta alcanzar una unidad de criterios y una personalidad considerables.
Pero no se puede considerar este estilo como algo completamente homogéneo en el doble plano espacial y cronológico, puesto que se dan “variedades regionales” y una evolución temporal de maduración y decadencia.

En Francia, el Románico alcanzará gran vigor y difusión gracias al Monasterio de Cluny (desaparecido en su mayor parte), centro irradiador del nuevo arte. Sugieron varias escuelas o centros artísticos, cada uno con características particulares y propias.

En Alemania, el Románico siguió la estela del arte otoniano, creando conjuntos arquitectónicos de gran monumentalidad, muchos de los cuales aportan soluciones completamente novedosas, como la solución de doble cabecera o Westwerk.

En Italia, la herencia clásica y paleocristiana dejó sentir profundamente. Como aportación original, surgió allí el estilo lombardo, un arte prerrománico que se extedería después por otras regiones como Cataluña o Provenza. Los edificios románicos italianos se distinguen por su suntuosidad y decorativismo, a la vez que por su claridad estructural.

En España, el Románico floreció en los territorios cristianos, al amparo de la ruta de peregrinación jacobea. El Románico español es uno de los más ricos y variados de Europa. Son particulares los influjos islámicos, franceses, lombardos y visigodos que se amalgamaron para crear un estilo propio. Muchos y muy importantes son los monumentos que se conservan, destacándose dos focos principales, centrados en Castilla y los territorios de la Corona de Aragón. Sin duda, la obra fundamental del Románico hispano es la Catedral de Santiago de Compostela, modelo de iglesia de peregrinación, con conjuntos escultóricos (Pórtico de la Gloria) de entre los más singulares de Occidente. A lo largo del Camino de Santiago fueron surgiendo algunos de los hitos románicos en suelo español, como la catedral de Jaca, San Martín de Frómista o San Isidoro de León. Desde allí irradiaría el estilo a zonas más alejadas, expandiéndose por todo el norte peninsular.