lunes, 19 de octubre de 2009

Personajes Históricos

Reinado de Tulio Hostilio:

De origen latino, Tulio Hostilio fue muy parecido a Rómulo en cuanto a su carácter guerrero, y completamente opuesto a Numa debido a su falta de atención hacia los dioses. Tulio fomentó varias guerras contra Alba Longa, Fidenas y Veyes, de forma que Roma obtuvo así nuevos territorios y mayor poder. Fue durante el reinado de Tulio cuando Alba Longa fue completamente destruida, siendo toda su población esclavizada y enviada a Roma. De esta forma, Roma se impuso a su ciudad materna como el poder hegemónico del Lacio.

Tanto deseaba Tulio nuevas guerras que incluso fomentó otro conflicto contra los sabinos, de forma que puede decirse que fue durante su reinado cuando el pueblo romano adquirió los deseos de nuevas conquistas a costa de la paz. El rey sostuvo tantas guerras que descuidó la atención a las divinidades, por lo cual, según sostiene la leyenda, una plaga se abatió sobre Roma, hallándose el propio rey entre los afectados. Cuando Tulio solicitó la ayuda de Júpiter, el dios respondió con un rayo que redujo a cenizas tanto al monarca como a su residencia.

A pesar de su naturaleza beligerante, Tulio Hostilio seleccionó a un tercer grupo de individuos que llegaron a pertenecer a la clase patricial de Roma, elegidos de entre todos aquellos que habían llegado a Roma buscando asilo y una nueva vida. También erigió un nuevo edificio para albergar al Senado, la Curia, que existió durante cinco siglos tras la muerte del rey, cuyo reinado llegó a su fin tras 31 años de duración.

Julio César:

Nacido en el seno de la gens Iulia, en una familia patricia de escasa fortuna, estuvo emparentado con algunos de los hombres más influyentes de su época, como su tío Cayo Mario, quien influiría de manera determinante en su carrera política. En 84 a. C., a los 16 años, el popular Cinna lo nombro flamen dialis, cargo religioso del que fue relevado por Sila, con el cual tuvo conflictos a causa de su matrimonio con la hija de Cinna. Tras escapar de morir a manos de los sicarios del dictador, fue perdonado gracias a la intercesión de los parientes de su madre.[3] Trasladado a Asia, combatió en la Tercera Guerra Mitridática como legatus de Marco Minucio Termo. Volvió a Roma a la muerte de Sila en 78 a. C., ejerciendo por un tiempo la abogacía. En 73 a. C. sucedió a su tío Cayo Aurelio Cotta como pontífice, y pronto entró en relación con los cónsules Pompeyo y Craso, cuya amicitia le permitiría lanzar su propia carrera política.[4] En 70 a. C. César sirvió como cuestor en la provincia de Hispania y como edil curul en Roma. Durante el desempeño de esa magistratura ofreció unos espectáculos que fueron recordados durante mucho tiempo por el pueblo.

En 63 a. C. fue elegido praetor urbanus[5] al obtener más votos que el resto de candidatos a la pretura. Ese mismo año murió Quinto Cecilio Metelo Pío, Pontifex Maximus designado durante la dictadura de Sila, y, en las elecciones celebradas con objeto de sustituirle, venció César. Al término de su pretura sirvió como propretor en Hispania, donde lideró una breve campaña contra los lusitanos. En 59 a. C. fue elegido cónsul gracias al apoyo de sus dos aliados políticos, Pompeyo y Craso, los hombres con los que César formó el llamado Primer Triunvirato. Su colega durante el consulado, Bíbulo, se retiró a fin de entorpecer la labor de César que, sin embargo, logró sacar adelante una serie de medidas legales, entre las que destaca una ley agraria que regulaba el reparto de tierras entre los soldados veteranos.

Tras su consulado fue designado procónsul de las provincias de Galia Transalpina, Iliria y Galia Cisalpina; esta última tras la muerte de su gobernador, Céler. Su gobierno estuvo caracterizado por una política muy agresiva en la que sometió a la práctica totalidad de pueblos celtas en varias campañas. Este conflicto, conocido como la Guerra de las Galias, finalizó cuando el general republicano venció en la Batalla de Alesia a los últimos focos de oposición, liderados por un jefe arverno llamado Vercingétorix. Sus conquistas extendieron el dominio romano sobre los territorios que hoy integran Francia, Bélgica, Holanda y parte de Alemania. Fue el primer general romano en penetrar en los inexplorados territorios de Britania y Germania.

Mientras César terminaba de organizar la estructura administrativa de la nueva provincia que había anexionado a la República, sus enemigos políticos trataban en Roma de despojarle de su ejército y cargo utilizando el Senado, en el que eran mayoría. César, a sabiendas de que si entraba en la capital sería juzgado y exiliado, intentó presentarse al consulado in absentia, a lo que la mayoría de los senadores se negaron. Este y otros factores le impulsaron a desafiar las órdenes senatoriales y protagonizar el famoso cruce del Rubicón, donde al parecer pronunció la inmortal frase "Alea iacta est" (la suerte está echada) iniciando así un conflicto conocido como la Segunda Guerra Civil de la República de Roma, en el que se enfrentó a los optimates,[6] que estaban liderados por su viejo aliado, Pompeyo. Su victoria, basada en las derrotas que infligió a los conservadores en Farsalia, Tapso y Munda, le hizo el amo de la República. El hecho de que estuviera en guerra con la mitad del mundo romano no evitó que se enfrentara a Farnaces II en Zela y a los enemigos de Cleopatra VII en Alejandría. A su regreso a Roma se hizo nombrar cónsul y dictator perpetuus —dictador vitalicio— e inició una serie de reformas económicas, urbanísticas y administrativas.

A pesar de que bajo su gobierno la República experimentó un breve periodo de gran prosperidad, algunos senadores vieron a César como un tirano que ambicionaba restaurar la monarquía. Con el objeto de eliminar la amenaza que suponía el dictador, un grupo de senadores formado por algunos de sus hombres de confianza como Bruto y Casio y antiguos lugartenientes como Trebonio y Décimo Bruto, urdieron una conspiración con el fin de eliminarlo. Dicho complot culminó cuando, en las idus de marzo, los conspiradores asesinaron a César en el Senado. Su muerte provocó el estallido de otra guerra civil, en la que los partidarios del régimen de César; Antonio, Octavio y Lépido, derrotaron en la doble Batalla de Filipos a sus asesinos, liderados por Bruto y Casio. Al término del conflicto, Octavio, Antonio y Lépido formaron el Segundo Triunvirato y se repartieron los territorios de la República, aunque, una vez apartado Lépido, finalmente volverían a enfrentarse en Actium, donde Octavio, heredero de César, venció a Marco Antonio.

Al margen de su carrera política y militar, César destacó como orador y escritor. Redactó, al menos, un tratado acerca de astronomía, otro acerca de la religión republicana romana, y un estudio sobre el latín, ninguno de los cuales ha sobrevivido hasta nuestros días. Las únicas obras que se conservan son sus Comentarios de la Guerra de las Galias y sus Comentarios de la Guerra Civil. Se conoce el desarrollo de su carrera como militar y gran parte de su vida a través de sus propias obras y de los escritos de autores como Suetonio, Plutarco, Veleyo Patérculo o Eutropio.

Tiberio César Augusto:

Nacido con el nombre de Tiberio Claudio Nerón (16 de noviembre de 42 a. C. – 16 de marzo del 37), fue un emperador del Imperio Romano que gobernó desde el 18 de septiembre de 14 hasta su muerte, el 16 de marzo de 37. Se convirtió tras su muerte en el segundo emperador romano perteneciente a la Dinastía Julio-Claudia. Era hijo de Tiberio Claudio Nerón y Livia Drusilla, perteneciendo por tanto a la gens Claudia.

Su familia se emparentó con la familia imperial cuando su madre se divorció de su padre y contrajo matrimonio con Octavio Augusto (39 a. C.). Tras este matrimonio, Tiberio se casó con la hija de Augusto, Julia la Mayor. Fue adoptado formalmente por Augusto el 26 de junio del año 4, entrando a formar parte de la gens Iulia. Tras la adopción, se le concedieron poderes tribunicios por diez años.

A lo largo de su vida, Tiberio vio desaparecer progresivamente a todos sus posibles rivales en la sucesión gracias a una serie de oportunas muertes. Los descendientes de Augusto y Tiberio continuaron gobernando el Imperio durante los próximos cuarenta años hasta la muerte de Nerón.

Como tribuno, reorganizó de nuevo el ejército, reformando la ley militar y creando nuevas legiones. El tiempo en filas ascendió a veinte años (16 años para un pretoriano o guardia imperial). Tras cumplir el tiempo de servicio, los soldados recibían una paga cuyo importe provenía de un impuesto del 5% sobre las herencias.

No obstante, posteriormente se enemistó con el emperador Augusto, y se vio obligado a exiliarse en Rodas. Sin embargo, tras la muerte de los nietos mayores de Augusto y previsibles herederos del Imperio, Cayo César y Lucio Julio César, unidos al destierro por traición de su nieto menor, Póstumo César, fue llamado por el emperador y nombrado sucesor.

En el año 13 los poderes de Augusto y de Tiberio fueron prorrogados por diez años. Sin embargo Augusto murió poco después (19 de agosto de 14), dejando a Tiberio como único heredero. Tiberio sucedió al emperador Augusto el 19 de agosto del año 767 desde la fundación de Roma, correspondiente al año 14 del calendario cristiano actual. Tras su entronización, todos los poderes fueron transferidos a Tiberio sin ningún plazo.

Tiberio se convirtió en uno de los más grandes generales de Roma. En sus campañas en Panonia, Ilírico, Recia y Germania, Tiberio sentó las bases de lo que posteriormente se convertiría en la frontera norte del Imperio. Sin embargo, a Tiberio se le llegó a recordar como un oscuro, recluido y sombrío gobernante, que realmente nunca quiso ser emperador; Plinio el Viejo lo llamó «tristissimus hominum» («el más triste de los hombres»). Trás la muerte en el año 23 del hijo de Tiberio, Julio César Druso, la calidad de su gobierno declinó y su reinado terminó en terror. En 26 Tiberio se autoexilió de Roma y dejó la administración en manos de sus dos prefectos pretorianos Lucio Elio Sejano y Quinto Nevio Cordo Sutorio Macro. Tiberio adoptó a su nieto Calígula para que le sucediera en el trono imperial.

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